Unter dem Mond

Si el Sol es el todopoderoso astro, la Luna es la reina indiscutible de la noche, de lo misterioso, de lo oculto, de las conductas extrañas, de la locura, de la incoherencia... Si el primero determina la existencia de la vida, la segunda parece influir sutil, pero decisivamente, sobre ella. Si el Sol es distante y dictatorial hasta el punto de no permitirnos siquiera mirarle directamente, la Luna, como no podía ser de otra manera, desde su femineidad, nos permite mirarla y disfrutar de un silencioso diálogo en su presencia mientras día tras día cambia de apariencia y, desde estos cambios, actúa sutilmente moldeando nuestros impulsos más íntimos a su antojo.

 

Enrique Lejárraga